
Aquí el navegante a control de tierra.
Nos encontramos ya a muchas canciones de distancia.
Seguimos adelante con nuestra misión, la búsqueda de cariño potable.
Somos buscadores de cariño, de mimos y gestos.
Y en ningún momento lo olvidamos.
Somos buscadores al igual que lo fueron nuestros antepasados desde el principio de los tiempos.
Un clan obligado a abandonar su planeta de origen por la falta de recursos y ha localizar y colonizar nuevos lugares.
Tras la última epidemia sufrida nos vimos obligados a utilizar gran parte de las reservas almacenadas. Y ahora la expedición de búsqueda continúa.
Proseguimos viaje.
El cuaderno de bitácora ha sido sustituido por un cuaderno de vida.
El habitáculo del navegante y el resto de compartimentos están impregnados de un aroma relajante.
En el botiquín de emergencia, el tratamiento estelar y las inyecciones de mojito para situaciones extremas. Pero no creo que sean necesarias.
No faltan los mensajes de quienes quedaron a la espera y que la computadora de a bordo responde y reenvía.
Nuestro único contacto desde que partimos hasta ahora, había sido con una galaxia autónoma, que ante nuestra petición de aprovisionamiento y repostaje su respuesta fue: “no me seduce la idea”.
Mas tarde pude hacerlo en el sector Lucero, donde en la zona chilinchilan sus joviales habitantes ponen a disposición del viajero sus mejores ambientes para poder continuar.
Asomado al exterior mi vista se pierde en la lejana nebulosa Rocio91, con sus satélites Pingo, Rutilante e Hijadelogro.
Y entre las luces del norte, aunque muy distante, se puede distinguir la dulce Ananova.
Mas adelante, tal vez en las lunas de Ilargia y sus famosas montañas de te, su dueña nos deje ver sus pies antes de seguir nuestro viaje.
Coordenadas y rumbo fijo, con la Estrella Verde como destino final.
Donde la leyenda cuenta, que lo ilumina todo.
Y quien llega hasta ella……
Aquí el navegante a control de tierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario