jueves, 24 de enero de 2008

De vainilla y canela

La mañana comienza con colacao caliente.
Pero lo mejor y lo que hace que no echemos de menos estar perdido entre mundos mas etéreos, es el beso de unas mejillas tiernas y dulces.
Es como besar nubes de vainilla y canela.
Cada uno de ellos es una dosis de ilusión y cariño.
Un empujón que te catapulta a afrontar el día con otros ojos.
Durante instantes todo se vuelve como en una burbuja acolchada.
Y mientras uno escribe estas lineas, a la par que los oídos son cosquilleados por un maravilloso Dave Matthews, uno se parapeta tras su enorme escudo espartano para proteger de soledades a la linda zagala.
Y es que aunque hay quien dice , que siempre está ahí, a veces uno necesita algo mas físico y cercano.
Por eso hay momentos que merecen ser nombrados.
Por eso hay momentos que merecen ser agradecidos.
Aunque no se reciba respuesta por hacerlo.
Pero al final no importa, porque hay besos, hay abrazos, gestos y miradas, que valen un mundo.
Y solo recordarlos ya merece la pena.

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