jueves, 21 de mayo de 2009

Relatos de aquí y allá

El hombre que siempre había querido vivir al otro lado del espejo entró en su habitación.





No tenia muy claro y le asaltaban las dudas si ese lugar era un refugio para el o una especie de celda en la que se sentía atrapado.
Su color cálido, sus luces, sus velas y su aroma a ylang no calmaba la inquietud que le había perseguido durante toda aquella tarde. Sus miedos, inquietudes y su ansiedad le comían por los pies. Todo le afectaba demasiado y experimentaba una somatizacion casi llevada al limite.
Comprobó sus mensajes. Mensajes recibidos, mensajes enviados.
"... y así como elegir es perder otro poco, nunca podré perdonarme reclinar tu invitación a aquel concierto..."
"...Es lo mas parecido a deslizar la punta de los dedos por cada una de tus curvas y los labios suavemente por tu cuello..."

Necesitaba aire.
Subió a la azotea, desde donde podía divisar cualquier lugar de la ciudad. Podía ver como la luz se iba apagando sobre un mar de tejados.
Pensaba en como se había creído grande, enorme. Como se había convertido en una especie de héroe. De salvador, de protector. Y como ese afán de protección y de querer ser especial y el único para ella le había llevado a todo lo contrario.
Hasta el punto de convertirse en un superheroe de barrio, ranchito y todo a cien.
El sentimiento de haber perdido y fracasado en su especie de apuesta personal le provocaba una especie de vacío.
De ridículo en ocasiones.
Frustrado en ese intento por sacarla de ese su error que la perseguía desde mucho tiempo atrás.
Todo esto le había convertido en uno mas.
De su bolsillo extrajo un papel arrugado. Ni siquiera recordaba en que momento había escrito aquello.
"Hoy he estado sentado al borde de los acantilados. La vista es inmensa. El frescor es agradable y me recuerda a ti. Estudio la anatomía de las olas. Y aunque esto es precioso y me llena de paz y tranquilidad, preferiría estar recorriendo los valles de tu cuerpo."





Demasiados perdón.
Insuficientes por favor.
Bebieron un elixir que se convirtió en veneno.
Pero como a Antonio y a Marga, lo que la vida les dio, ni la distancia ni el tiempo se lo quitó.

2 comentarios:

missmostoles dijo...

Un texto precioso y gran selección musical.

Anónimo dijo...

Pablito, de donde sacas estos textos? Escribes tu estas cosas o son pedazos de canciones que te gustan y los pones en tu blog.
Mejorate pronto y pasatelo bien en
Austria.
Pilar