jueves, 19 de junio de 2008

El caballo de Atila

Está claro que debo tener cuidado con los horarios y sobre todo con no saltarme la medicación, de la cual me resiento en su falta.
Se me cambian los bioritmos.
Aunque en opinión de mi terapeuta, esto se debe mas a una cuestión de espacio.
La verdad es que no se. No lo tengo muy claro.
El finde pasado, gente a la que quiero y aprecio muchisimo estuvieron manoleando por Cuenca. Ciudad totalmente vetada para mi.
Si, totalmente seguro que fue genial y hubo cabida para todo. Y ya hay quien me gana dos a uno. Yo no estuve, pero seguro que me hicieron un huequecito.
De todas maneras pronto estaré bicheando otra vez.
Me inhibiré y de paso haré un experimento.
Hasta me olvidare de quien te espera a la salida para cañear y quien te mensajea con pequeños guiños y a veces aspira tu aroma. (ese que a mi me encanta).
Yo solo puedo ser el caballero que protege en la distancia.
Reduciré mi nivel de alerta al mínimo e imaginaré que todo esta bien.
Y que todo el mundo está bien.
Caminaré descalzo por calles de guijarros.
Mis manos de alfarero moldearan imaginarios cuerpos al aire.
Venderé sueños a saldo.
Debo de volver a medir mis emociones y mis respuestas.
Y es que querer ser como el caballo de Atila tiene sus consecuencias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

medir las emociones y las respuestas es un asco, que luego se amontonan y pasa lo que pasa. mejor dosificar e ir sacando poquito a poco ¿no? Bss