viernes, 6 de junio de 2008

Granada

Mi padre me contaba que hay un dicho que dice, "no hay mayor desgracia que ser ciego en Granada".
Yo, con el permiso de su dueña, me he estado paseando por sus calles.
Llegamos tarde pero enseguida teníamos la primera tapita en la mesa.
El viaje fue pasado por agua pero tranquilo. Hablamos, debatimos, trasteamos, jugamos con las pelucas y nos sacamos alguna foto para empezar.

Lo dicho, una vez instalados, salimos a la caza de la primera tapa.
Hace bueno, de hecho lo hizo todo el finde, y hay ambiente de fiesta y de fin de semana en la ciudad.
Después de esta toma de contacto y aunque lo tenemos claro, organizamos lo que va a ser el resto del fin de semana.
Básicamente, hasta la hora del concierto, jartarnos de tapas en todos los bares que se nos pongan por delante y pasear por las calles.
Planificación que hemos cumplido al dedillo.
"Tres tintos de verano y una clara con blanca. De tapa una primera"
" Lo mismo y una segunda". "Lo mismo y una tercera".
"Vámonos a otro que están pintando".

Como una de mis migrañas siempre viaja conmigo, decide también sumarse a la fiesta y taladrarme durante bastantes horas. Así que, pirulas al canto y toalla fría con hielos en la cabeza. Unas diez horas mas tarde decide irse igual que vino y me permite salir a la calle. Cosa que me viene estupendamente. Un poco de aire y comer algo me despejan del todo.
Me reengancho con las chicas y seguimos con lo nuestro.

La ciudad, como siempre maravillosa. Pasear por sus calles es una delicia.
Toda la ciudad está impregnada de .....(tu sabes de que).
Disfrutamos de cada momento, de cada rincón por donde pasamos.
En la zona de las teterias decidimos darnos un homenaje antes de irnos al concierto.

Se acerca mi momento. Llegamos al concierto, nos acoplamos y pillamos algo de beber.
Me lo tomo con calma pero estoy espectante.
Empieza el espectáculo. En el centro del escenario, armado solo con una guitarra, Manolo se arranca y la locura se apodera de mi. A partir de ahí ya no paro.
Para cuando suena Insurrección a medio concierto aquello ya es un delirio y ya he perdido la voz, no paro de saltar y ni siquiera llevo la camiseta puesta.
Me va a dar algo. La migraña llama a mi puerta para recordarme que sigue por los alrededores y en cualquier momento le da por volver, pero yo no bajo el pistón.
Bueno, un poco sí.
Las chicas me miran como desparramo y hago miles de fotos con la cámara de Silvi.
Tras mas de dos horas y media, Manolo se despide con un "gracias, ser felices y salud para todos". Algo que me lo tomo a rajatabla. Porque estoy superfeliz. Me encuentro superagusto. Y este es mi momento. Siempre es mi gran momento, donde llevado por la anestesia del recuerdo tengo sitio para acordarme de algunas personas y de muchos recuerdos.
Como he dicho antes, de lo mejor es inspirar la ciudad hasta que nos rebose por los poros. Soñar con poder vivir alli, pero conformarnos con poder volver muy muy pronto.
Me encanta. Cada vez que voy, me enamoro de ti.



1 comentario:

Canija dijo...

Te regalo sus calles, te regalo su luz y los olores de la calle de las teterías,pero no te regalo los recuerdos de Granada porque me quedaría sin ellos, que es de momento lo único que tengo y porque muchos de ellos los compartimos juntos, y tu ya los tienes.
Me hace feliz, que allí fueras tan feliz.